LOS ÁNGELES VIEJOS
Libertarias/Prodhufi. Madrid, 1989
En estos relatos cada unidad pretende abrir un mundo o ámbito muy singularizado, al que el lenguaje no se somete al acotarlo (ya que lo abre); pero, al mismo tiempo, y esta es una peculiaridad del libro, tenemos la sensación de que subyace en sus historias la fuerza de una imagen persistente, en cierto modo previa a la aparición misma de su realidad pautada. Como en el fondo de la singularidad de cada imagen parece como si no pudiéramos liberarnos de la que es común a todas: la de la “pérdida”, o, si se prefiere, la de los ángeles viejos. Es en la pugna entre la fuerza de cada imagen y las leyes estrictas del lenguaje que las hace existir, o que las hace reales, de donde surge la tensión de la obra.
Libertarias/Prodhufi. Madrid, 1989
En estos relatos cada unidad pretende abrir un mundo o ámbito muy singularizado, al que el lenguaje no se somete al acotarlo (ya que lo abre); pero, al mismo tiempo, y esta es una peculiaridad del libro, tenemos la sensación de que subyace en sus historias la fuerza de una imagen persistente, en cierto modo previa a la aparición misma de su realidad pautada. Como en el fondo de la singularidad de cada imagen parece como si no pudiéramos liberarnos de la que es común a todas: la de la “pérdida”, o, si se prefiere, la de los ángeles viejos. Es en la pugna entre la fuerza de cada imagen y las leyes estrictas del lenguaje que las hace existir, o que las hace reales, de donde surge la tensión de la obra.
Entre 7 y 5
Latitud
Fascinación
Pancho, Bea y yo
Niño en Héraklion
La ballena
Latet anguis in herba
Sólo por curiosidad
Weekend
Juegos de manos
Verano tarde
La ventana
Un día para Matilde
Corazón de caracol
Se ha dicho...
“(…) se integran así catorce relatos de contenido y construcción diferentes entre los cuales se aprecia una distribución orgánica que da unidad al conjunto. No obstante, es conveniente advertir que el misterio, la ambigüedad y aún el hermetismo hacen difícil en algunos casos el ensayo de interpretación. Porque, a veces, el rebuscamiento de virtuosismos formales y de situaciones artificiosamente enigmáticas puede anular el empeño de concebir un mundo propio y transmitirlo saliéndose de los cauces más trillados. El haberlo intentado es ya un signo positivo de favorables expectativas. (…)”.
Crítica:
Basanta, Ángel. "Los ángeles viejos". ABC Literario, Madrid, 10 de marzo de 1990
«Los ángeles viejos», primera entrega narrativa de Ana Planella, es un libro de relatos organizado en dos partes. En la primera, «El espacio y el tiempo», se incluyen once cuentos, y en la segunda, «Huésped del reino, sólo tres. Se integran así catorce relatos de contenido y construcción diferentes entre Ios cuales se aprecia una distribución orgánica que da unidad al conjunto. No obstante, es conveniente advertir que el misterio, la ambigüedad y aún el hermetismo hacen difícil en algunos casos el ensayo de interpretación. Porque, a veces, el rebuscamiento de virtuosismos formales y de situaciones artificiosamente enigmáticas puede anular el empeño de concebir un mundo propio y transmitirlo saliéndose de los cauces más trillados. El haberlo intentado es ya un signo positivo de favorables expectativas.
«Los ángeles viejos» son las imágenes que renacen con fuerza en la memoria a través del recuerdo, de la asociación de ideas o de un simple encuentro con cualquier huella material o espiritual del pasado. Por eso, «El espacio y el tiempo» son los de la memoria, motor principal de la rememoración del camino del aprendizaje y del acceso a la experiencia jalonado en varios relatos que van desde la infancia y adolescencia hasta la madurez. A los primeros años apuntan los cuentos del principio. Los dos primeros se centran en los miedos y prohibiciones de la niñez. En los dos siguientes se manifiestan los primeros escarceos amorosos acompañados de Ias crueldades de la adolescencia y juventud.
Siguen unas cuantas narraciones ambientadas en el mundo de los mayores, con represiones y tiranías parecidas aunque de signo diferente. Puede tratarse de la condena de los hombres a repetir la misma historia, como renovados Sísifos de nuestra época; de la mirada retrospectiva hacia tiempos y lugares pasados alimentada por figuraciones urbanas de base irracional; o de cualquier acontecimiento cotidiano en el que se esconden la tragedia diaria, el misterio oculto, la monotonía, la rutina y la incomunicación humana.
Finalmente, en buscado cierre circular, los dos últimos relatos se centran en el contraste de visiones entre adolescentes, jóvenes y mayores, con asomo de conflicto generacional incluido entre una madre cincuentona y sentimental y su hija.
Los dos primeros cuentos de «Huésped del reino» persisten en el desencanto íntimo de algunas gentes suspendidas en el tiempo como simples mirones de la vida. Y el último aporta un nuevo cierre -éste más preciso aún- al conjunto volviendo a presentar la experiencia del adolescente en un mundo regido por todos los convencionalismos y aislado de la amenaza exterior. En suma, estamos ante un conjunto de relatos concebidos como una rememoración de las distintas etapas de la educación sentimental y construidos sobre la nostalgia del recuerdo o sobre el enigma de una imagen persistente abordada desde un complejo perspectivismo que se vale de diálogos y monólogos fundidos en el tejido narrativo y del contraste entre el pasado evocado y el presente a menudo anodino.